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En peligro de extinción las famosas cabinas telefónicas rojas del Reino Unido

LONDRES, 1 septiembre (EFE).- Amenazadas por el uso generalizado del teléfono móvil, las famosas cabinas telefónicas rojas del Reino Unido corren peligro de extinción, aunque un curioso plan para "adoptar" esos locutorios podría ser su salvación.

Con más de ochenta años de historia, los quiosquillos se han convertido en un icono de la cultura británica tan célebre como los autobuses de dos pisos o los taxis negros londinenses.

En Londres, raro es el día que no se ve a un grupo de turistas posando en una de esas cabinas -bien abriendo la puerta, bien simulando una llamada- para inmortalizar su visita en una foto.

Sin embargo, el teléfono celular ha condenado a las cabinas al desuso y la falta de rentabilidad, algo inaceptable para British Telecom (BT, compañía telefónica privatizada en 1984), que no cubre con ellas ni los gastos de limpieza y reparación por vandalismo.

Los locutorios sirven hoy para poco más que hacer un llamada si el usuario tiene la mala suerte de que su móvil se queda sin batería, o como refugio urgente ante un chaparrón impredecible (algo, dicho sea de paso, muy probable en Inglaterra).

En el centro de Londres, por cierto, muchas cabinas funcionan como improvisados escaparates de "picantes" tarjetas con imágenes de chicas despampanantes que ofertan sus encantos sin tapujos.

No sorprende, pues, que BT haya desmantelado desde 2002 unas 31.000 cabinas el Reino Unido, donde sólo quedan 62.000, de las que 12.000 son las clásicas de color rojo (o negro en algunos sitios).

De esos 12.000 quiosquillos colorados, unos 4.500 están amenazados de cierre, tal y como recordó esta semana British Telecom, que ya advirtió en junio pasado de la clausura de 14.000 cabinas en general durante los próximos meses.

No obstante, el gigante de las telecomunicaciones ha suavizado su postura, presionado por los ayuntamientos y las legiones de nostálgicos que desean preservar las "red phone box", como se conoce en inglés a los icónicos locutorios.

"Durante un proceso de consultas sobre la retirada de cabinas no rentables, la población y los gobiernos locales han hecho varias sugerencias", dijo hace unos días la compañía.

"Hemos escuchado esas sugerencias -prosiguió la empresa- y ahora podemos confirmar que las autoridades locales que quieran mantener las cabinas de teléfono rojas por razones estéticas o de patrimonio cultural, podrán hacerlo".

Para tal fin, BT ha ideado el programa "Adoptar una cabina", que permitirá a los ayuntamientos conservar los locutorios equipados con teléfono operativo si pagan una tarifa anual de 500 libras (625 euros) por cada uno, la mitad del coste que supone para la empresa.

En caso de que esas autoridades quieran mantener la cabina roja, pero sin teléfono en funcionamiento, únicamente deberán abonar una tasa simbólica de una libra (1,25 euros) por "motivos legales".

Los interesados tienen de plazo para hacer las solicitudes pertinentes hasta el próximo 1 de octubre, y BT se ha comprometido a no retirar ninguna "red phone box" antes de esa fecha.

Las típica cabina roja fue diseñada en 1924 por Giles Gilbert Scott (1880-1960), arquitecto de la imponente central eléctrica que alberga el londinense museo Tate Modern a orillas del río Támesis.

La cabina de Scott, de color rojo para facilitar su localización, era una caseta férrea dotada de un avanzado sistema de ventilación, con tres paredes formadas por paneles de vidrio y una corona real situada sobre la palabra "Telephone" en la parte superior.

El modelo perduró hasta los años ochenta, cuando se sustituyó por las vulgares cabinas de cristal o plástico transparente que dominan hoy el paisaje urbano de las urbes del Reino Unido.

Las red phone box cautivan, como es sabido, a los turistas, pero también han seducido a muchos famosos, como el músico David Bowie, quien se fotografió en el interior de una cabina roja para ilustrar su legendario disco "Ziggy Stardust" (1972).

El cantante galés Tom Jones fue aún más lejos, pues compró la de su calle y la llevó en barco a su mansión de Los Ángeles (EEUU).

Nota reproducida de la revista electrónica Wicked Magazine</span>

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