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FMR: Michelangelo: La Dotta Mano








La mítica editorial FMR regresa al estrellato con un libro sobre Miguel Ángel que recoge toda la sabiduría artesanal y artística del Renacimiento. Una bellísima obra que cuesta 100.000 euros y que conecta la modernidad con el pasado.

Christian Louboutin, el creador de los zapatos de los tacones infinitos y las suelas teñidas de rojo cardenalicio a medida de las reinas de Hollywood, en 1991, cuando aún era un desconocido intuyendo la gloria, eligió para instalar su primera boutique parisiense la Galerie Vero-Dodat. Una elegante y recóndita calle cubierta; una galería acristalada estilo imperio, luz cenital, suelo como un tablero de damas, maderas nobles y tulipas de baccarat. Pronto, el espacio se inundó de celebrities a la caza de los ejemplares de Louboutin como Catherine Deneuve o Tina Turner. Entre los atónitos vecinos de galería que presenciaban ese desembarco había desde un comerciante de extrañas piedras preciosas hasta un bazar de valiosas muñecas antiguas y una sofisticada tiendecita de cosméticos naturales. Y a mitad de camino, en el número 15, una silenciosa librería de aspecto neoclásico, presidida por un trébol negro, a la que daban nombre tres letras misteriosas: FMR. Las iniciales de Franco Maria Ricci. Durante 25 años, la marca de la revista de arte más bella del mundo. De los libros más exclusivos. Más sugerentes. Sofisticados. Mundos ocultos; viajes de leyenda; territorios de alquimia. “La perla negra del mundo editorial”, como la calificó Fellini. Si Louboutin es la alta costura del calzado femenino, FMR es pura alta costura editorial. Arte, artesanía y belleza al alcance de pocos. Un tesoro de papel.

Y si la edición de libros se pudiera comparar con la moda, la noticia sería que FMR ha lanzado a surcar las pasarelas del mundo un solo modelo de su última colección de alta costura. El modelo más ambicioso en sus cuatro décadas de existencia. El compendio de su sabiduría. El libro más caro y bello. Michelangelo. La dotta mano (Miguel Ángel. La mano maestra). Un homenaje al maestro Buonarroti cuando se cumplen cinco siglos de sus primeras pinceladas sobre los muros de la Capilla Sixtina. Un recorrido por su vida y su obra a través de 264 páginas de papel de puro algodón elaborado a mano fibra a fibra. De 45 bocetos originales y cartas inéditas de su obra cedidos por la Fundación Casa Buonarroti. De 83 fotografías de Aurelio Amendola que revelan los perfiles más desconocidos de la obra de Miguel Ángel. El resultado ha tardado tres años en ver la luz. Mide 42 por 68 centímetros. Pesa 24 kilos. Cuesta 100.000 euros. Se podrán realizar un máximo de 99 ejemplares. La garantía es por 500 años. Ya será una pieza de museo.

Es la apuesta de futuro de FMR. Su entrada en el universo de los book wonderful. Libros que reúnen siglos de cultura editorial. Obras de arte en su aspecto, elaboración y contenido. La suma de artesanos y artistas y científicos. FMR fue el sueño de un hombre irrepetible: Franco Maria Ricci. Un elegante aristócrata parmesano nacido en 1937 que, dentro de la mejor tradición del Renacimiento, se dedicó a los estudios clásicos, la geología, el paisajismo y las carreras de coches antes de enamorarse de la obra del impresor Giambattista Bodoni. Una revelación. Cambió su vida. En 1963 apostó su fortuna a un solo sueño: publicar un facsímil del Manuale tipográfico de Bodoni. El más importante tratado sobre tipografía de la historia. Con 600 láminas, 100 alfabetos romanos, 50 itálicos y 28 griegos. Se imprimieron unos cientos de ejemplares. En 1970 materializó una nueva pasión cultural, lograr los derechos de impresión y resucitar la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, la veta de la sabiduría del Siglo de las Luces. El antídoto contra el absolutismo. 17 tomos facsímiles. Tirada limitada. Siempre bajo su sofisticada y elitista visión de la elegancia.

A mediados de los setenta, Ricci ya se había convertido en un mito. Mucho más que un editor. Un icono del lujo. Elegante, distante, orgulloso, con una eterna camelia negra en la solapa de su impecable chaqueta a medida; adicto al arte antiguo y clásico y alérgico a la modernidad; nunca creyó en el arte contemporáneo. Más allá de Picasso, no veía más belleza plástica que un reactor Concorde o el motor de su Ferrari. Todo un Karl Lagerfeld de la edición.
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Comenzaba una andadura apasionante que Ricci recorrería en solitario hasta 2000. Ya tenía 63 años. Un día dejó claro su desencanto con un oficio que le estaba conduciendo a la ruina: “Después de tres decenios, un editor no hace más que repetirse”. Ricci decía adiós. Nunca supo gestionar el negocio. Era un artista, no un empresario. Un renacentista. Se retiraba a Parma, a terminar sus días ideando jardines misteriosos. Laberintos de bambú. Una de sus pasiones desde niño. Dejaba como herencia cientos de libros irrepetibles y un centenar de entregas de FMR: la revista más bella del mundo. Una publicación negra, única, revolucionaria; con la que buceó y divulgó los territorios más recónditos del arte. Un universo mágico. Aunque quizá su mayor logro fue reclutar en torno a FMR un círculo de intelectuales que se sumarían a su leyenda y terminarían siendo buenos amigos. Fellini, Saramago, Eco, Calvino, Sciascia, Cortázar. Desde 1977, Jorge Luis Borges ya dirigía La Biblioteca de Babel, una colección de literatura fantástica de seleccionada y prologada por el mismo Borges. Y a punto estuvo Ricci de editar El nombre de la rosa, el título mítico de Humberto Eco. Franco, siempre en vanguardia.

En 1982 nació ‘FMR’. La revista negra. Al año siguiente se inició la aventura americana. La madrina en Nueva York fue Jackie Kennedy. FMR era algo más que una revista; era un objeto de lujo. Algo así como un bolso de Fendi o un traje de Balenciaga. La publicación española llegaría en 1989. La revista contaba con ediciones en italiano, inglés, francés y español. Era el referente. Un sello de calidad. Llegó a tener 125.000 clientes en todo el planeta enganchados al mundo Ricci que cada dos meses recibían ansiosos por correo un aparatoso embalaje negro cubierto de masónicos tréboles grises que encerraba en su interior la revista. El mismo que aún llega a suscriptores en todo el planeta.

En 2000, Ricci vendía su editorial a su amigo el millonario Tonino Pernas, cabeza visible del holding italiano GTP, con intereses en Dolce & Gabanna, Versace y Gianfranco Ferre. Pernas no logró reflotar el negocio. Nunca lo entendió. Marilena Ferrari, actual presidenta y máxima accionista de FMR, explica el proceso que la llevó a comprar la editorial: “En 2003, FMR se estaba hundiendo; se estaba disolviendo; y era una pérdida enorme para el mundo de la cultura. Y para Italia. Se venía abajo porque el problema en el negocio editorial es la distribución. Las distribuidoras controlan a las casas editoriales. La distribución determina la edición: qué se publica y qué no se publica. Y el que no está en torno a los grandes grupos de distribución no sobrevive. Hay que entender ese negocio. Franco Maria Ricci consiguió fama y renombre, pero nunca facturación. Era un artista, un alma exquisita, que tenía una gran marca en las manos, pero no sabía gestionarla. Y yo sabía hacerlo. Ser editor es un oficio. Yo conocía ese oficio”.

Marilena Ferrari tiene una edad indefinida, cierto parecido con Lana Turner y un desparpajo que contrasta con el elitismo de Ricci, “un hombre que lo hacía todo solo; un solitario sin equipo”. Ferrari sabía los secretos del negocio. Había empezado su carrera 35 años atrás vendiendo enciclopedias. A comienzos de los noventa fundó su propia editorial, ART’E, dedicada a comercializar obras de arte en ediciones limitadas y, más tarde, libros de lujo, muchos de ellos destinados al Vaticano y a regalos de Estado, con un precio entre 4.000 y 15.000 euros. En 2003 compró el 100% de las acciones de FMR a GTP. “Lo que suponía hacerme con la marca, un fondo de 90.000 fotografías, su archivo histórico y, sobre todo, una forma de hacer que era distinta del resto de los editores. Principalmente en su perfecta reproducción fotográfica”. Ese mismo año, su grupo de empresas editoriales comenzaba a cotizar en la Bolsa italiana, y en 2008 se consumaba la fusión de FMR y ART’E bajo la marca FMR.

Miguel Ángel. La mano maestra, el libro más caro y bello del mundo, en el que han trabajado los mejores artesanos italianos, al estilo de un taller del Renacimiento (el modelo al que Ferrari se quiere aproximar), es la exclusiva tarjeta de presentación de la nueva FMR, de la que su fundador, Franco Maria Ricci, se ha desentendido por completo. Prefiere el silencio. Con Miguel Ángel se inician los book wonderful de FMR. Su inmersión en el mundo del lujo. Su nicho de mercado. Con especial proyección en Asia y Estados Unidos. Su próximo libro a punto de nacer se titula Las cartas de Catalina de Médicis; sólo se realizarán cinco ejemplares. “Está escrito a mano y en él han trabajado artesanos del pergamino, calígrafos, miniaturistas, ebanistas, ceramistas”, explica Ferrari. “Supone un elogio al papel de la mujer en el mundo de la cultura a partir de la figura de Catalina de Médicis, que ejerció un gran mecenazgo e introdujo el Renacimiento en la corte de Francia”.

Ferrari destila unas lágrimas de emoción al mostrar al periodista con toda delicadeza el libro de Miguel Ángel; la obra de su vida; un mecanismo de relojería en que todo encaja. Donde todo está hecho a mano. Desde el terciopelo de seda hasta la firma del artista en cada página y la portada de mármol de tres centímetros de grosor en el que se ha grabado un bajorrelieve que realizó en Florencia un jovencísimo Buonarroti: la Madona della Scala. Este mármol virginal procede de la misma cantera de la que extrajo Miguel Ángel los mármoles para esculpir en 1499 su Pietà. Entre el siglo XV y el XXI, FMR es el eslabón perdido.

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