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El precio del arte...

Jeff Koons, el creador de Puppy, la gigantesca obra floral con forma de cachorro de fox terrier a la entrada del Guggenheim Bilbao desde 1997, ofrece sus Ballon Flowers, algo así como flores globo, en cinco únicas versiones: azul, magenta, amarillo, naranja y rojo. Debe haber vendido ya todas -la azul está en la plaza Marlene Dietrich de Berlín-, porque una de ellas, la edición magenta, alcanzaba el pasado 30 de junio la friolera de 16,3 millones de euros en la casa Christie's de Londres.

La cifra supone la más alta cotización hasta ahora de Koons, multiplicada por dos en menos de un año, y también que el controvertido artista -un genio, para unos; un creador banal pero con suerte, para otros- está en condiciones de disputar al venerable Lucian Freud la condición de artista vivo más caro.

Sucedía en la misma subasta en la que una pintura de Antonio López grabada en la retina de mucha gente, Madrid desde Torres Blancas (1976-1982), llegaba a los 1,8 millones de euros. Esto hacía de su autor el pintor español vivo más cotizado, pero constataba también que la diferencia abismal en los precios de ambos artistas poco o nada tienen que ver con el nivel de calidad y la enjundia del trabajo de cada uno.

Poco importa; el arte va por un lado y el mercado por otro. No tienen por qué coincidir. «No creo que el arte esté relacionado con el dinero. Y no creo que el mercado del arte esté creando una nueva moneda, sino que le está dando a la gente una plataforma en la que apoyarse, ampliar horizontes y darse cuenta de lo importante de estar vivo y ser parte de la raza humana», decía el propio Jeff Koons, poco después de que el pasado otoño, en Christie's de Nueva York, se hubiera subastado su Hanging Heart, en la cantidad de unos 11 millones de euros.

El autor también de Tulipanes -obra con unas formas también como infladas que recuerdan a estas flores-, que el Guggenheim Bilbao compró en 2006 por 3,8 millones de euros, ha confirmado que su escalada va en serio.

Piezas preciosas

Promocionado desde hace años por Thomas Krens, el director del la Fundación Guggenheim, y otros agentes del privativo mundo de los museos norteamericanos, Koons es el nuevo fenómeno de las subastas, con sus controvertidas obras de brillante acabado, inspiradas muchas veces en los más banales iconos de la cultura de masas.
Dueño de una factoría-estudio a plena producción, Koons requiere para sus flores, corazones y perros que se diría hechos con globos retorcidos una exclusiva aleación de cromo y acero inoxidable, así como un sinfín de cuidadosas manos de pintura, para darles ese acabado de piezas preciosas. «Intento transmitir alegría», suele comentar el artista.
Ex marido de la estrella porno y ex parlamentaria italiana Cicciolina y primer artista en contratar los servicios de una agencia de imagen, aunque otros artistas lo necesiten más, Koons ha desplazado al coetáneo y osado Damien Hirst, menos complaciente que él. Incluso ha superado en cotización a artistas de la enjundia del veterano pintor alemán Gerhard Richter; un cuadro de muy buena época de éste alcanzaba el pasado febrero en Christie's de Londres los 9,7 millones de euros, el precio más alto pagado en una subasta por una obra de este artista considerado entre los vivos más caros hace menos de una década.

El lejano año de 'Los Lirios'

El arte anterior a la Segunda Guerra Mundial -incluso Picasso- empieza a quedar atrás. 1987 fue el año de 'Los Lirios' y 'Los girasoles' de Van Gogh; todavía en 1990, su 'Retrato del doctor Gachet' se aupaba al primer puesto del ránking. Recuerdos que los expresionistas abstractos, Jasper Johns, Warhol y compañía están borrando, con permiso de algún cuadro de Gustav Klimt que sale a la venta de forma inopinada.
Sucede en realidad que el mercado sufre una gran escasez de obras significativas del impresionismo, postimpresionismo y vanguardias históricas. No digamos nada de los maestros antiguos, sólo representados por Rubens en un ránking que no para de actualizarse. Acaparados en gran medida por grandes y pequeños museos, sus precios a estas alturas serían desorbitados; un cuadro suelto de Watteau, maestro francés del XVII-XVIII, alcanzaba el pasado 8 en Christie's el imponente precio de 15,5 millones de euros; en la misma sesión, un dibujo de Goya llegaba a la cifra récord de 2,8.
Así que las grandes casas de subastas y los coleccionistas realmente adinerados, de EE UU a Japón, han fijado hace tiempo sus apetencias en el arte de la segunda mitad del XX y aún en el arte más actual. No es casualidad que el primer lugar de la lista de superventas esté ocupado desde 2006 por el cuadro 'Número 5', de Jackson Pollock. Pero es que ese mismo año, otra obra de otro expresionista norteamericano, Willem de Kooning, se aupaba al segundo lugar de la lista. Los expresionistas de Nueva York siempre han sido caros; ahora más.
La tendencia no ha amainado con la crisis galopante que se vive en Estados Unidos y que se contagia a todo el mundo; curiosamente, tanto Sotheby's como Christie's registran desde el año pasado una imparable sucesión de ventas millonarias con obras de artistas contemporáneos.
«La desaceleración económica y los temores de los mercados no han afectado el mercado internacional de arte, que está muy fuerte», comenta hace poco la historiadora española Pilar Ordovás, directora del departamento de arte de la postguerra y contemporáneo de Christie's.

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