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Esplendor de las formas - Andrés Trapiello

Tipografía y literatura. El narrador, ensayista y poeta Andrés Trapiello publica un personal, ameno y aleccionador recorrido por los principales logros tipográficos de la edición española contemporánea

El mundo está lleno de cosas bellas, pero para quienes aman los libros nada hay más hermoso que una cubierta clara, armoniosa, sabiamente compuesta, seguida de un puñado de páginas limpias, generosas de blancos, con los tipos y las tintas aliados en la tarea de seducir al lector sin distraerlo ni marearlo. No es verdad que la forma, aparentemente accesoria, sea irrelevante, y de eso sabe algo el escritor y poeta Andrés Trapiello, que desde hace años ha alternado los frutos de su incurable grafomanía con una justamente reconocida labor, como editor y tipógrafo, al frente de La Ventura, Trieste o La Veleta, entre otros proyectos pasados y presentes que pese a su carácter minoritario –en ocasiones polémico y a menudo pionero– han contribuido a educar el gusto de varias generaciones de lectores, inculcándoles, para su bien, el d'orsiano aprecio por la obra bien hecha. Los lectores de Trapiello saben de su devoción por las librerías de viejo, de sus incesantes pesquisas por rastros y almonedas, de su familiaridad con las artes gráficas, y por eso esta Imprenta moderna, resultado natural de una infrecuente conjunción de saberes que pocos como él atesoran en tan grande medida, era en cierto modo un libro esperado. Sólo cabe desear, pues se queda uno con ganas de más, que no sea el único.

Ya la cubierta, que habrá quien considere escasamente moderna, constituye toda una declaración de intenciones. En efecto, como de costumbre, del mismo modo que en su poética y en su buena prosa de siempre, Trapiello nos aconseja desconfiar de los lujos innecesarios, de las notas estridentes, de las ocurrencias genialoides. Su propuesta puede ser, o es sin duda, conservadora, como corresponde a quien defiende, con cuánta razón, que no es posible crear de la nada, que muy a menudo lo viejo es lo nuevo, que el conocimiento y aun el saqueo de la tradición –ya lo vieron los antiguos– resulta imprescindible para hacer las cosas como es debido. El problema de muchos diseñadores actuales es que no conocen el oficio de tipógrafo sino de una manera muy vaga y rudimentaria, lo que resulta paradójico en unos tiempos en que cualquiera, dice Trapiello, tiene a su alcance, en su ordenador personal, un formidable catálogo de recursos, imágenes y fuentes que hubieran envidiado los más grandes maestros impresores.

Frente a sus hermanas europeas, sostiene el autor, la tipografía española del siglo XX se muestra en general bastante pobre, con alguna excepción sobresaliente. De ellas, de las excepciones a este mal gusto casi generalizado, trata este libro también excepcional, que no intenta una aproximación sistemática a la historia de la tipografía y el diseño de libros en la España contemporánea –ni siquiera abarca, en rigor, las fechas (1874-2005) contenidas en el subtítulo– sino un recorrido centrado en algunos de los nombres a su juicio ineludibles –Juan Ramón, Valle o Altolaguirre; Mauricio Amster, Josep Janés o Giralt Miracle–, una gavilla de juicios más bien escépticos sobre el estado de la profesión y, tal vez el mayor acierto desde el punto de vista tipográfico, una selección de momentos estelares que aparece diferenciada del discurso principal y atraviesa todo el libro en forma de hermosísima antología comentada, decenas de libros impecablemente reproducidos y acompañados de jugosas observaciones. Por supuesto, también los silencios hablan.

"En edición diferente, los libros dicen cosa distinta": era inevitable que el dictum de Juan Ramón Jiménez, tantas veces citado por Trapiello, figurara al frente de este luminoso ensayo que pone de relieve, en un panorama dominado por el intrusismo y la fealdad, las íntimas relaciones entre la buena literatura y el arte de la tipografía. Porque el medio no es el mensaje pero forma parte de él, tanto que en ocasiones se diría indisociable. Y porque la verdad, envuelta en belleza, parece más verdadera.

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